¿Soy una mala madre? ¿Un mal padre?

madre culpable

Seguramente como padres os haya pasado alguna vez. Os sentis culpables por la forma en cómo os habéis portado con vuestros hijos, independientemente de quien tuviese razón a veces es inevitable tener este sentimiento. Por eso, os pongo una serie de situaciones en las que deberíais recordar no sentiros culpables.

1- Ir a trabajar  

Muchas madres y padres se sienten culpables por tener que ir a trabajar y dejar a sus hijos en casa. Además este sentimiento es inversamente proporcional a la edad del pequeño. Es decir, cuanta menos  edad tiene el niño más culpable se van a sentir, en especial las madres .

Todos vamos a sentirnos así alguna vez, da igual el trabajo o la edad que tengas, será inevitable sentirse culpable al menos una vez. Por otro lado, los comentarios de otras personas no ayudan a mejorar la sensación: «¿Todavía no has pasado por casa?» «¿No te da miedo dejarlo solo tantas horas?» «¿No amamantas a tu bebé?» Esos comentarios por parte de otros solo nos van a hacer sentir mal, por eso es mejor ignorarlos y centrarnos en algo que si sea práctico.

Que hacer  ♥

Lo primero es no buscar la perfección. Si la culpa viene debido a que no amamantas a tu bebé debes saber que no eres la única. Cantidad de mujeres debido a los motivos que sean se encuentran en una situación similar, no es una excepción si no una opción más.

Tienes que pensar que de momento no eres bruja y no puedes traer dinero a casa agitando una varita. Está claro que la leche materna es mejor que la leche de fórmula, sin embargo, los niños que toman leche de fórmula también crecen sanos y fuertes. Ser buena madre  también incluye buscar recursos para cubrir sus necesidades básicas.

Si vuestros hijos son un poco mayores tal vez os sintáis mal por no poder invertir más horas en ellos. Estamos ante el mismo dilema. Solo vosotros sabéis lo que es mejor para vuestra familia y no podéis dejar que las críticas de los demás (malintencionadas o no) os quiten el sueño. Además, al final, no importa tanto la cantidad de horas que le dediques a tus hijos si no la calidad del tiempo que inviertas en ellos.

2- Castigar a tus hijos

A nadie le gusta ser el malo de la película pero alguna vez nos va a tocar desempeñarlo. No podéis sentir culpa por educar a vuestros hijos. ¿Quién lo va a hacer si no? Hay padres que solo amenazan y al final se sienten culpables y no cumplen sus castigos. Así solo conseguimos que nuestros hijos aprendan que no cumplimos las amenazas y se acabarán subiendo a la chepa y probando nuestra paciencia. Asi no les estamos haciendo ningún favor, les estaremos malcriando a largo plazo.

Que hacer  ♥

Lo primero no angustiarte, seguir adelante con lo prometido y no retirar nunca el castigo. No te queda otra. Para la próxima seguro que te pensarás dos veces antes de decir nada.

Es recomendable que habléis entre los dos para que no sea siempre la misma persona la que juegue el rol de poli bueno o poli malo, así los padres no se encasillan en un papel, se angustian menos porque comparten la culpa y el niño aprenderá a tomar en serio a las dos partes.

3- Perder la paciencia

A veces explotas y reacciones de manera desmesurada ante un comportamiento de tu hijo que en realidad no era tan grave, por ejemplo gritando por hacer ruido. Si es muy intenso tu hijo se quedará inmóvil o asustado. Lógicamente te sientes fatal porque piensas: «¿qué ejemplo le estoy dando si le grito?».

Que hacer  ♥

Si, en el ejemplo anterior no es muy buena idea gritar si queremos que nuestro hijo no alborote en casa. Sin embargo, tampoco debes martirizarte con ello. Todos perdemos la paciencia alguna vez en la vida y vosotros no vais a ser la excepción. En este sentido, analiza el tipo de interacción que tienes con él, si le gritas solo ocasionalmente no debes sentirte mal porque todos somos humanos.  Si se vuelve costumbre tal vez deberías aprender a controlar tus enfados, lee artículos, libros sobre educación o incluso pregunta a un psicólogo. A largo plazo los gritos y amenazas son contraproducentes.

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4- La alimentación

Después de una dura jornada laboral llegáis cansados a casa y lo que menos os apetece es poneros a cocinar la cena. Por eso, cogéis lo primero que tenéis en el congelador y lo pasáis por la sartén. Después con culpabilidad recuerdas los artículos tan interesantes sobre alimentación infantil que leíste en su momento o el reportaje en las noticias sobre el tipo de comida que ponen en los comedores escolares. Te sientes culpable por dar comida rápida a tus hijos en vez de ponerte a cocinar, pero tampoco debes ser tan duro contigo mismo.

Que hacer  ♥

Nunca nadie se ha muerto por comer comida rápida un día o dos a la semana. No es peligroso mientras no se convierta en costumbre, incluso los niños también agradecerán esa falta de perfección y cambiar la rutina comiendo cosas que les gusten más. Eso si, debe de ser la excepción y no la regla. Si por motivos de tiempo tenéis que seguir esta opción habitualmente intentad compensar para que el menú no sea demasiado calórico. Por ejemplo, en vez de servirles una hamburguesa con patatas fritas podéis cambiarlas por verduras o servir solo fruta en la merienda.

5- No poder comprarle cosas

No nos referimos a comprarles meros caprichos si no a algo que lleven deseando desde hace mucho tiempo o cosas necesarias como ropa o material escolar. Incluso así no debemos compararnos con otros padres. Desgraciadamente no todos disfrutamos de una posición desahogada y tenemos que conformarnos con ropa de segunda mano o que nuestros hijos no puedan ir a esa actividad que el resto de niños si.

Que hacer  ♥

Es duro, pero tenemos que mentalizarnos por nuestra propia salud mental en que no por tener dinero nuestro hijo va a criarse mejor. Al final, lo que más valoran los pequeños no son los juguetes, las actividades caras o los libros nuevos… Si no el tiempo de atención que pasan con sus padres. También es una buena oportunidad para enseñarle el poder de la imaginación. ¿No tienes dinero para comprar una casa de jueguete? Cread una juntos con cajas de cartón. Será incluso más divertido y seguro que os lo pasáis mejor haciéndola vosotros mismos por vuestra cuenta.

Por otro lado, tampoco es bueno que los niños categoricen las cosas con etiquetas. Lo importante es el uso para el que están hechas las cosas. Hay niños que lo entienden perfectamente y seguro que en el futuro, cuando hayan crecido, te lo acabarán agradeciendo.

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Este artículo lo escribí hace tiempo para la revista digital Bekia. Si quieres verlo desde ahí pulsa aquí.

¡Feliz domingo a todos!

 

Sara P. Lorenzo

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